domingo, 21 de julio de 2019

El Código Morse


El Código Morse es una representación codificada de caracteres mediante secuencias estandarizadas en dos señales denominadas “punto” y “raya”. Un método ingenioso que, aunque podría parecer sencillo, marcó un antes y un después en la historia de la telecomunicación o comunicación a largas distancias.

El nombre por el que se lo conoce viene de su creador: el artista e inventor estadounidense Samuel Morse. Durante una conversación con el científico también estadounidense Charles Thomas Jackson en 1832, Morse fue testigo de la capacidad de un electroimán para generar una fuerza magnética a partir de una corriente eléctrica, simplemente apagando y encendiendo dicho electroimán, lo que lo motivó en la creación de un dispositivo que terminaría recibiendo el nombre de “telégrafo eléctrico”.


A partir de aquella experiencia, Morse se centró en la idea de enviar un mensaje por cable abriendo y cerrando un circuito eléctrico. Para ello, unió un interruptor a su circuito y en el otro extremo situó un electroimán en el receptor. Al cerrar el interruptor, se enviaría un impulso eléctrico al electroimán del receptor, lo que llevaría a un punzón a escribir sobre un papel, el cual se iría desenrrollando por sí solo. La longitud del fragmento escrito correspondería al tiempo que el interruptor había estado cerrado. Así, Morse había inventado una máquina capaz de enviar una señal eléctrica casi al instante a través de un cable. En otras palabras, un dispositivo que sería capaz de transmitir información en forma de señales codificadas a través de cables: el telégrafo eléctrico, y que perfeccionaría en los años siguientes con ayuda del maquinista e inventor estadounidense Alfred Vail.

Pero incluso completado su diseño del telégrafo, Morse necesitaba encontrar un código que pudiera relacionar su invento con las letras del alfabeto y permitir así la comunicación. Tras un tiempo de reflexión, desarrolló con ayuda de Vail un sistema de puntos y rayas que hoy conocemos como “el Código Morse”, que fue mostrado al público por primera vez en 1833 y que llevó a la construcción de una red de cables eléctricos que en cuestión de décadas se extendió por los cinco continentes.

Sin embargo, la aplicabilidad del Código Morse no se limitaba al telégrafo eléctrico, sino que también podría utilizarse en comunicación mediante luz o sonido, especialmente en el caso de personas especialmente familiarizadas con el Código. La señal de socorro más habitual, reconocida internacionalmente, es SOS: 3 puntos, 3 rayas, 3 puntos.

Aunque su primera versión (“American Morse Code”) se diseñó pensando en las 26 letras de la lengua inglesa desde la “A” a la “Z”, posteriormente se crearon códigos para otros idiomas con alfabetos diferentes como el chino, el coreano o el ruso.

El “International Morse Code”, que utilizamos hoy en día, deriva de la reforma del código propuesta por el pionero de la telegrafía alemán Friedrich Clemens Gerke a mediados del S.XIX e incluye, además de las 26 letras originales, algunas letras no anglosajonas, 10 dígitos (del “1” al “9 “y el “0”) y un conjunto de signos de puntuación.

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