Alan
Turing fue un matemático, criptógrafo y científico de la
computación nacido en 1912 en Maida Vale (Londres, Inglaterra).
En
1939 empezó a trabajar como criptoanalista para el servicio secreto
británico en el desciframiento de la máquina criptográfica alemana
“Enigma”, que tenía tres componentes : un teclado, una unidad
modificadora con varios rotores y un
tablero para mostrar la letra cifrada. Cada rotor tenía veintiséis
contactos eléctricos y cada letra correspondía a una posición
diferente de estos rotores.
Turing
trabajó junto a varios colaboradores en “Victory”, un
dispositivo electromecánico que ayudó a descifrar algunos mensajes
estudiando los rotores y su correspondencia con las letras, con
atención a palabras que se pensaba estarían incluidas en el
mensaje.
Turing
participó personalmente en la descodificación de los submarinos alemanes en el Atlántico Norte, lo que se considera acortó la
guerra al menos un año, salvando millones de vidas.
Tras
el conflicto, el gobierno británico lo desmanteló todo y lo
clasificó como secreto de estado durante décadas.
Alan
Turing murió por intoxicación cianhídrica en 1954, tras ser
condenado por homosexualidad y obligado a someterse a una castración
química.
Fue
exonerado en 2013, cuatro años antes de que se aprobara la “Ley de Turing”, que perdonó póstumamente a miles de condenados por
homosexualidad en el Reino Unido.
Hoy,
a Turing se le reconocen muchas aportaciones como la morfogénesis
(proceso biológico que conlleva que un organismo desarrolle su forma)
o el Test de Turing (en inteligencia artificial, trata de determinar
si un programa informático presenta inteligencia, lo que demostraría
respondiendo a varias preguntas sin delatarse como una máquina,
logro que hasta la fecha no se ha conseguido). Pero su legado más
importante son sin duda las “Máquinas de Turing”, las cuales sentaron
las bases teóricas que posibilitaron la existencia de nuestros “ordenadores” actuales.
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