Hedy Lamarr nació en Viena en 1914 como Hedwig Eva Maria Kiesler. De
niña, la consideraban superdotada y ello le permitió estudiar ingeniería, pero abandonó la carrera por el mundo de la interpretación.
En
1932 se estrenó la película que la hizo famosa: la polémica
Éxtasis. En 1933 se casó con Friedrich Mandl, uno de los
principales proveedores armamentísticos de Hitler y Mussolini, quien
según decía trataba de controlarla en cada aspecto de su vida.
Finalmente,
decidió huir a Hollywood, donde a partir de 1938 protagonizó varias películas.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, Lamarr quiso ayudar a los aliados ideando
un modo de transmitir mensajes dividiéndolos en fragmentos separados
con frecuencias que iban cambiando aleatoriamente, lo que dificultaba
comprender el mensaje si no se conocía el código: lo que hoy se
llama transmisión en “espectro ensanchado por salto de frecuencia”
(FHSS en inglés), que evitaba que el enemigo localizara e
interceptara el mensaje.
En
1942, con la colaboración de George Antheil, pianista y compositor
norteamericano, lo presentó como patente a la marina estadounidense,
que lo rechazó al no verlo factible. No obstante, a mediados de los años
cincuenta el gobierno utilizó la idea presentada por Lamarr en
operaciones militares sin proporcionarles ninguna compensación
económica y de nuevo en 1962, durante la Crisis de los misiles de
Cuba.
Lamarr alternó su carrera cinematográfica con su faceta inventora, pero no
obtuvo reconocimiento alguno por sus invenciones hasta finales de los
años noventa, cuando se le entregaron varios premios que recibió
poco antes de su muerte en Florida, a principios del año 2000.
Todas
las tecnologías inalámbricas actuales (teléfonos móviles, GPS,
Wifi, BlueTooth) proceden del FHSS.
En
honor de Lamarr, el 9 de noviembre se celebra en Austria, Alemania y
Suiza el Día del Inventor.
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