A
principios del S.XVIII, en una época en la que millones de personas
dependían del carbón para calentarse, las minas debían ser cada
vez más profundas para atender a la creciente demanda. Pero conforme
avanzaban las excavaciones también lo hacían las aguas
subterráneas, provocando inundaciones que hacían muy difícil la
actividad de extracción y que en muchos casos llevaron a su
abandono, dada su escasa rentabilidad o incluso a derrumbes. La
situación requería de un sistema de extracción del agua eficaz:
una máquina.
En
1712, en Devon (Inglaterra), el herrero y predicador baptista Thomas Newcomen, consciente de la relevancia que tendría la hipotética
máquina empezó a construir, pieza a pieza, un motor que realizaría
trabajo aprovechando el vapor como forma de energía. La máquina se
compuso de una vara oscilante de veinte toneladas y nueve metros de
alto con cadenas en sus dos extremos. La cadena de uno de los lados
bajaba por la mina hasta una bomba de agua que había en la base y la
del otro lado, sujeta a un pistón, extraería el vapor de un
contenedor con agua hirviendo y lo conduciría a un cilindro. El
vapor se enfriaba y condensaba creando un vacío dentro del cilindro
que empujaba el pistón hacia abajo, lo que a su vez subía el otro extremo de la
vara y accionaba la bomba situada al final de la cadena. Así, se
completó la construcción de la máquina atmosférica o Máquina
de Newcomen.
No
obstante, Newcomen se dio cuenta de que el vapor se condensaba
demasiado despacio para accionar adecuadamente la bomba, lo que trató
de solucionar situando una cubierta con agua fría alrededor del
cilindro para que el vapor se condensara antes.
Posteriormente,
durante una de las pruebas realizadas con la máquina, una junta del
cilindro se rompió, permitiendo el paso de agua fría de la cubierta
exterior, lo cual creó un vacío instantáneo que destruyó la
máquina. Sin embargo, Newcomen desarrolló una nueva idea a partir
del incidente: reconstruyó su motor incluyendo una válvula que
introducía agua fría directamente al cilindro cada vez que éste se
llenaba de vapor. Eso producía un vacío muy potente y aumentaba
exponencialmente la velocidad de la bomba. Con esto, creó el primer
motor de vapor funcional de la historia, que permitió retomar la
actividad en las minas e incrementar su productividad e inició una
auténtica revolución en el mundo científico.
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