domingo, 6 de octubre de 2019

Stephanie Kwolek


Stephanie Kwolek nació en New Kensington (Pennsylvania) en 1923. Procedente de una familia de inmigrantes polacos, se graduó en Química en Margaret Morrison Carnegie College en 1946 con la intención de encontrar un trabajo y ahorrar para estudiar medicina, que era su verdadero objetivo.

Kwolek consiguió su primer trabajo en la empresa DuPont, donde encontró en la química polimérica su nuevo gran interés. Desarrolló sus labores mayoritariamente en el laboratorio de investigación de fibras textiles, donde trató de encontrar nuevos materiales que fueran capaces de resistir frente a condiciones extremas.

En 1965, Kwolek realizó el que se considera como uno de sus mayores descubrimientos: experimentando con nuevos polímeros, obtuvo una solución opaca y fluida que, aunque en un principio se consideraba defectuosa, un día decidió llevar a un técnico para que la hilara por medio de una máquina. Así, obtuvo como resultado una fibra ligera y mucho más resistente que el acero: el “Kevlar” (de nombre científico “poliparafenileno tereftalamida”), un polímero cuya estructura le proporcionaba una dureza y resistencia sin precedentes que además se veían incrementadas con un aumento de temperatura.

En 1972, la empresa inició la comercialización de este material, que le valió a Kwolek su inclusión en el National Inventors Hall of Fame en 1994 y la obtención de varios premios como la Lavoisier Medal en 1995, la National Medal of Technology en 1996 y la Perkin Medal de la American Chemical Society en 1997. Se jubiló en 1986.

A lo largo de toda su carrera, Kwolek destacó por su insistencia en la importancia de tratar de obtener beneficio en todo lo posible hasta de lo considerado como un error, o dicho en otras palabras: no rendirse jamás. Además, dedicó grandes esfuerzos al acercamiento de la juventud a la ciencia, especialmente entre las mujeres. Murió en 2014.

En la actualidad, casi medio siglo después de su comercialización, el Kevlar ha encontrado más de doscientas aplicaciones entre las que se incluyen la fabricación de numerosas piezas aeroespaciales, material deportivo o de construcción, pero sin duda la más conocida de todas ellas es el “chaleco antibalas”, que desde su invención ha salvado incontables vidas en todo el mundo.

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