La Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna o Expedición Balmis en honor
al médico español Francisco Javier Balmis fue una expedición que
entre 1803 y 1806 recorrió medio mundo para
expandir la vacuna contra la viruela, una de las enfermedades más
letales de la historia humana.
Años
antes, en 1796, el científico británico Edward Jenner había
logrado obtener una vacuna, la primera de la historia, a partir de
una viruela leve en comparación con la que infectaba a los humanos,
la “viruela vacuna” (de hecho, “vacuna” proviene de “vacca”,
vaca en latín, en honor a Jenner). En 1800 se realizaron las
primeras vacunaciones exitosas en Madrid, lo que llevó a Balmis,
defensor del método de Jenner y médico personal del rey Carlos IV,
a presentar un proyecto al monarca con el fin de convencerlo para
extender la vacunación por todos los territorios de la Corona,
especialmente entre la población infantil. El rey, que había
perdido a un hermano y a una hija por aquella terrible enfermedad,
aprobó la expedición.
Dada
la duración que tendría el viaje, se planteó la problemática de
conservar la muestra, que solo se mantendría en buen estado unos
días. Como polémica solución, fue propuesto el transporte en
niños, a los que una decena de médicos y enfermeros inyectarían el
suero paulatinamente conservándolo en perfectas condiciones hasta su
llegada a América. Se haría con dos niños cada vez, inoculando la
viruela a partir de las pústulas de los vacunados la vez anterior, con lo
que los niños pasarían la enfermedad, pero con efectos leves y
quedarían inmunizados. Una rectora, Isabel Sendales Gómez, se
encargaría de su cuidado.
La
expedición se detuvo en primer lugar en las Islas Canarias y
posteriormente viajó a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Nueva
España (hoy México). Los miembros de la expedición se encontraron
con muchas reticencias en sus viajes, especialmente de los padres de
los niños a los que pretendían vacunar, que no querían que a sus
hijos se les inoculara una enfermedad mortal aunque fuera con la
promesa de que no les pasaría nada, además de por parte de las
autoridades locales. No obstante, en todos los casos acabaron
venciendo los obstáculos y se procedió a la vacuna de miles de
personas en cada una de las regiones que visitaron.
Balmis
se preocupó de que los conocimientos necesarios sobre la vacuna
quedaran asentados, con el fin de que el proceso pudiera continuar
indefinidamente después de su partida, fundando numerosas redes de
vacunadores locales. Además, estableció “Juntas de Vacuna” que
pudieran garantizar la calidad a lo largo de todo el proceso de
vacunación y aprobó el inicio de nuevas expediciones que llevarían
la vacuna a los territorios estadounidenses de Texas, Arizona, Nuevo
México y California. El subdirector de la misión, el cirujano José Salvany, se encargó de llevar la vacuna a Sudamérica. Antes de volver a España, Balmis partió hacia
Filipinas, para luego acudir a China y finalmente a la isla británica
de Santa Helena.
A
su vuelta, Balmis fue felicitado por el rey por haber cumplido tan
ardua misión. El naturalista alemán Alexander von Humboldt escribió
sobre la hazaña: “Este viaje permanecerá como el más memorable
en los anales de la historia”. El propio Edward Jenner, por su parte, dijo: "No me imagino que en los anales de la historia haya un ejemplo de filantropía tan noble y grande como éste". Sobre el mismo existen hoy numerosas
adaptaciones literarias, además de una cinematográfica.
La
viruela fue declarada erradicada por la Organización Mundial de la
Salud en 1980, convirtiéndose en la única enfermedad humana
erradicada hasta la fecha .
El
despliegue en España a mediados del pasado marzo de efectivos para
luchar contra la actual pandemia del coronavirus o COVID-19 recibió
el nombre de “Operación Balmis” en homenaje a la expedición.